Este reloj en forma de batería, que como verdugo espera a que todo termine, me amenaza, sólo tengo 18 minutos de batería y ha llegado la inspiración, he quedado asombrado por "la nube", sus posibilidades y por su alcance. Para quienes nacimos en los años 70 del siglo XX no era habitual la lectura, mucho menos producir textos, esto sólo era un asunto de niñas cursi, para diarios resguardados por candados que podían abrirse con un pasador y para periodistas en potencia, pero la gran mayoría jamás escribía, esto era una actividad que sólo hacíamos para pasar una materia o en el mejor de los casos, para tratar de obtener un beso de regreso.
Hoy la historia es diferente, escribimos todo el día, la forma como interactuamos de manera escrita, por Messenger, SMS, Whatsapp, Muros, etiquetas, "timelines", DM, "twits", es asombrosa; ya hubieran querido nuestros maestros habernos provocado esa necesidad de escribir. Si bien es cierto que es mínima la cantidad de todo ese texto que podría considerarse una obra literaria, es un ejercicio que debe servir como un entrenamiento para el momento en el que se deba escribir algo trascendente. Por cierto que en muchos casos seguimos con la idea de obtener un beso, o más, de regreso.
Así pasa el tiempo y cada persona construye un espacio donde se puede ser "privadamente público", me refiero a un blog, ese lugar donde pareciera que nadie nos lee, que es privado, cuando la realidad esta muy lejos, somos capaces de abrirnos ante un teclado y una pantalla, pero nos aterran unos ojos, ya que estos siempre guardan preguntas, siempre nos acechan con poner en duda aquello que ya ha echado raíces en nuestra conciencia.
¿Cuántos de los educadores de hoy estarán enterados de este fenómeno?, ¿Cuántos lo aprovecharán?, para mí es necesario que estos espacios se evalúen, de manera sistemática, pero no bajo los anacrónicos principios del cero al diez, más bien, en la medida que tienen trascendencia, en la medida en que son compartidos y que son relevantes a los demás, no es algo nuevo, esa es la manera en que los editores evalúan a los escritores profesionales.
Hoy la historia es diferente, escribimos todo el día, la forma como interactuamos de manera escrita, por Messenger, SMS, Whatsapp, Muros, etiquetas, "timelines", DM, "twits", es asombrosa; ya hubieran querido nuestros maestros habernos provocado esa necesidad de escribir. Si bien es cierto que es mínima la cantidad de todo ese texto que podría considerarse una obra literaria, es un ejercicio que debe servir como un entrenamiento para el momento en el que se deba escribir algo trascendente. Por cierto que en muchos casos seguimos con la idea de obtener un beso, o más, de regreso.
Así pasa el tiempo y cada persona construye un espacio donde se puede ser "privadamente público", me refiero a un blog, ese lugar donde pareciera que nadie nos lee, que es privado, cuando la realidad esta muy lejos, somos capaces de abrirnos ante un teclado y una pantalla, pero nos aterran unos ojos, ya que estos siempre guardan preguntas, siempre nos acechan con poner en duda aquello que ya ha echado raíces en nuestra conciencia.
¿Cuántos de los educadores de hoy estarán enterados de este fenómeno?, ¿Cuántos lo aprovecharán?, para mí es necesario que estos espacios se evalúen, de manera sistemática, pero no bajo los anacrónicos principios del cero al diez, más bien, en la medida que tienen trascendencia, en la medida en que son compartidos y que son relevantes a los demás, no es algo nuevo, esa es la manera en que los editores evalúan a los escritores profesionales.